Poemas


NO PUEDE SER
Francisco Izquierdo Ríos

Eso de que una anciana pobre
por la noche muera abandonada
en el umbral de la mansión dorada de un ricacho
¡no puede ser!

Eso de que un niño de barriada,
un niño de seis años, descalzo,
harapiento, muerto de hambre,
lustre zapatos de los bien comidos,
en el centro de la urbe
¡no puede ser!

Eso de que los burgueses soberbios
tengan vestidos para el invierno, vestidos para el verano
y abundancia de manjares en su mesa,
mientras millares de hombres padecen lluvia,
padecen hambre,
¡no puede ser!

Eso de que una niña de dieciséis años
para ayudar a su madre con ocho hijos
y padre muerto, busque trabajo desesperadamente,
y sin encontrarlo, se vuelva prostituta,
¡no puede ser!

Eso de que muchos barrios, muchos pueblos,
no tengan luz, no tengan agua, no tengan mercado,
no tengan escuela, pero tienen iglesia,
¡no puede ser!

Eso de que los policías, los soldados,
cuiden durante el día, en la noche,
las casas de generales, de los mariscales,
la tranquilidad familiar de esos altos jefes,
¡no puede ser!

Eso de que los jefes de las Fuerzas Armadas
se lleven, al retirarse del servicio activo,
además de sus fabulosos sueldos,
un automóvil con chofer y, también ayudante,
como modernos esclavos,
¡no puede ser!

Eso de que el pueblo, el pobre pueblo
sufra toda clase de impuestos
y, estén libres de ellos,
libres por la gracia de Dios, los militares,
¡no puede ser!

Eso de que en la brillante Galería Boza
centenares de niños oscuros de miseria,
ancianos oscuros de miseria, pidan limosna
a los satisfechos dueños de las tiendas comerciales,
a los parroquianos que beben y ríen a carcajadas en los bares
¡no puede ser!

Eso de que los locos y locas pasan y repasan
las abigarradas calles de la urbe
sin rumbo fijo, casi desnudos,
mostrando las nalgas o el sexo
¡no puede ser!

Eso de que hombres inválidos,
muchachos tirados por la poliomielitis
en las aceras, alarguen las manos implorantes,
¡ no puede ser!

Eso de que las sucias mujeres ciegas,
con hijos pequeños en torno,
sentados en su noche a la vuelta de una esquina,
esperan oír la caída de una moneda
en el jarrito de lata que al lado tienen,
¡no puede ser!

Eso de que en los antros de la burocracia,
en los meandros de la burocracia,
desaparezcan como por arte de magia
miles y miles de millones de soles,
dinero del pueblo,
¡no puede ser!

Eso de que en la selva de la burocracia
con variada fama y maraña de papeles
al hombre solicitante y sin influencia
le digan siempre en la ventanilla: vuelva mañana
¡no puede ser!

Eso de que en la mayoría de hogares
nunca coman carne y coman cualquier cosa
 sólo una vez al día, y que los niños
por falta de dinero no van al colegio,
¡no puede ser!

Eso de que los ciegos, jóvenes y viejos,
en los atrios de las iglesias suntuosas
claman en sus quenas, bandoneones o violines,
¡no puede ser!

Eso de que los niños con rostros marchitos,
con cuerpos macilentos, flacos,
saliéndoles los dedos por los rotos zapatos,
cantan de repente cualquier tonada,
aun canciones pornográficas, en los atestados microbuses,
para llevar misericordia de centavos a sus hogares,
¡no puede ser!

Eso de que los niños solos o con sus madres
arañen desperdicios de comida en los basurales
 que la ciudad vomita a las afueras
¡no puede ser!

Eso de que los sacerdotes de todas las religiones
a través del tiempo, de los tiempos,
bendigan las guerras, a los tiranos,
a la espada, a los cañones,
a las bombas que matan a millares de hombre,
¡no puede ser!

Eso de que las religiones y sus sacerdotes
mientan la existencia de Dios o dioses
con atributos de justicia para todos,
y que, sólo gozan de sus favores los ricos,
los ladrones, los criminales,
¡no puede ser!

Eso de que la religión y sus sacerdotes
engañan a los pobres que muertos gozarán
en un paradisiaco más allá de los derechos
que en la tierra se les niega,
pura farsa, criminal mentira,
ya que más allá de la muerte del nombre, nada hay,
¡no puede ser!

¡No puede ser! ¡No puede ser! ¡No puede ser!
¡y qué hacer?
¿qué hacer?
Una nueva sociedad hay que hacer,
una humanidad sin mentiras,
sin miserias, sin explotados.
Si… ya los gallos de la noche están cantando
en la noche de todos los pueblos del mundo

Francisco Izquierdo Ríos
1980
A LA ETERNIDAD DE FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS


Después de tu silencio concluyente,
el mítico jaguar de la espesura,
ha empezado con épica bravura,
a repetir tu voz de combatiente.


En el pasar del tiempo, como un ente
razonable, con música de dura
piedra, los Andes –vértigo de altura–
tu mensaje social harán presente.


En la costa, en la selva, en la montaña,
en la pluma, en el nido, en la cabaña,
en la figuración del educando,
y en la masa peruana del presente
y del alba, tu espíritu potente
estará, Pancho Izquierdo, retumbando.


Mario Florián


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